En tu casa, las puertas están abiertas
y una ventana —que ocupa toda la pared
me deja ver el mundo que se mueve
junto a tu mundo.
En tu casa, un sillón rojo espera
mis curvas magras
mis rodillas que crepitan al doblarse
mi cabeza que no deja de pensar
—y me abraza.
En tu casa hay una gata que duerme
y come, nada más
se pasea y nos mira —cuando quiere,
no se deja tocar y suelta sus esporas
como suelto yo mi gesto ensimismado
sobre tu suelo.
En tu casa hay una cama que es mía
por unos días
una biblioteca blanca que es un sueño
una escalera verde agua
una bicicleta roja y un maneki neko
dorado que interrumpe
esta zona de silencio
y estás vos, entre todas las cosas,
leyendo every single night
Fuegos
en el único cuarto que no puedo recordar.