sábado, 20 de febrero de 2016

Estancia



Mi casa es otro cuerpo

y yo aprendo de su respiración

de su descanso, de su trabajo

mientras la habito.

El ruido de los órganos que se acomodan

el pitido del lavarropas, la cortina

golpeando el marco de aluminio,

el hielo de la heladera

y su crack —mi casa tiene ritmo.



Funciona mecánicamente en paralelo

a las corridas tempestuosas sobre la escalera,

a las bisagras y los golpes de la madera,

la urgencia del baño y el llamado

del horno y la comida.

Encastra

su engranaje a nuestra estancia

al flujo constante de vida, mirá

cómo se agita cuando abrimos la ventana

y entran con el viento

revoltijos de hojas; así

dejémosla ligeramente abierta

por unas horas, todo cuerpo

precisa del reposo.

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