Busco un espejo habitable que supere
las fronteras sudadas de mi cuerpo, la
costumbre justificante de la imagen repetida
arterias, pelos, piel, el resplandor del sol,
los libros, el cubo en el que calza
mi vida.
Necesito el espejo, un ombligo
desplazado de sí, de este desastre,
un sedal al tiempo imperturbable —habitable, quiero repetir
y que se entienda: presiona mi mano su perfil
y se hace agua. Pasás como un pez, no es espejismo
espera detrás un placer casi real.
Una troupe de imágenes impresionante:
quetzales, torcazas, colibríes,
en montes, volcanes, nubes que bajan
cada cual con los resortes de su propio desequilibrio
ahí
creamos una hermosa edición de nuestro mundo.
Del polvo amarillento al verde más apetecible,
de los pechos desnudos al cuarzo sepia del pubis.
Quiero hacerte mío, mundo,
bamboleo de partes, mío
venado triste, recuerdo, pupilas,
hacerte mío como un tiro en el momento del sueño,
como ese extraño pensamiento de suicidio,
como un hallazgo en mis venas —sin que me importe nada
como una huida.
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