Antes de saber, siente
desde la nariz, hueso-cuchara,
desde el túnel oscuro de tierra que lleva adentro.
Antes de saber a menta, a miel, a fruta,
a tardes de torta y café que espía,
a noches de pasta y vino con uvas,
busca en el aroma el color de lo que traga, de
lo que nutre,
de lo que afana.
Hay aromas que ya no existen y otros
que desconoce, y sabores que se perdieron,
ahora solo quedan olores.
Entonces busca, en el olor, la imagen de lo que
fue
tibio, crujiente, esponjoso, fresco,
con mano de niño que, como hombre, anda
con hambre interminable y tripas de lata.
Hay en la comida un ápice de dicha,
vida que se engulle, fuego que se inflama,
carne que se entibia y un fragor, que se apaga.
Antes de sorber
con gula, la saliva inquieta encerrando un bolo
como trufa, como caviar, pero que es pan
(pan duro de la mesa de un bar)
sabe
que eso es lo último que comerá.
me encanto
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