La guerra tiene sus reglas, funestas
reglas de furia, de sangre, de agonía.
Los números saben, desde Pitágoras,
que fijan el destino del hombre,
que ponen cara a cara, mano a mano
(codo a codo)
las mentes que se resisten,
las almas que se apasionan.
La guerra, número primo,
terror que se busca, dolor que se paga,
cumple el hado, corta el hilo y, dicen,
se acaba.
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