sábado, 1 de junio de 2013

Dos guerreros

Antes de la falange, un hoplita que fue aqueo,


danzante dorado bajo su yelmo, oyó


clamar su nombre.


Detrás de las murallas, un teucro lacedemonio


dispuso con virtud mezquina


la lanza para Patroclo.


Dos guerreros desiguales, enemigos


por el néctar, baten;


lidia divina, cifra que esconde


sus armas, sus fines, sus dotes.


Y uno fue hijo y padre combatiendo,


aguerrido, colérico, tenaz, inquieto;


otro fue carne para un hombre de otro tiempo,


disgregado, fugaz, leve, modesto.


Un mirmidón, un troyano: dos griegos,


que en aras de la gloria fueron uno


y fueron cientos.

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